Francisco Moreno Sáez
Miguel Ors Montenegro
La represión de guerra y posguerra en Elche
Miguel Ors Montenegro
A partir del proceso de industrialización de la ciudad en torno a la alpargata en el último cuarto del siglo XIX, Elche se convirtió en uno de los principales núcleos socialistas del País Valenciano –el “pequeño Madrid” o el “pequeño Bilbao” eran los calificativos de dirigentes ugetistas que la visitaban-. Una larga trayectoria de obrerismo que tuvo como primer aldabonazo la huelga de nueve meses de 1903 en torno a la UGT y al PSOE o la importante incidencia en la ciudad de la huelga general de 1917. Pero lo que nos interesa destacar aquí es que hasta 1934, obreros y empresarios –las dos primeras generaciones al menos- aprendieron a convivir con muy pocas incidencias dignas de destacar y padecidas siempre por la parte obrera (un atentado contra el dirigente socialista José Vives Vives, algún destierro por artículos en la prensa local como el del dirigente socialista Antonio Cañizares Penalva o, en las vísperas de la II República el encarcelamiento durante tres meses de una docena de dirigentes republicanos y socialistas en diciembre de 1930). Por ello, tanto la Restauración como la dictadura de Primo de Rivera y el primer bienio republicano fueron tiempos en los que empresarios y obreros encuadrados en la UGT –con una presencia muy limitada e intermitente de la CNT y con la doble militancia en UGT y en el PSOE en el caso de los dirigentes obreros-, aprendieron a resolver sus diferencias por la negociación. La fuerza del socialismo se puede calibrar por la presencia ininterrumpida de un semanario socialista desde 1908 hasta prácticamente el final de la Guerra Civil –Trabajo desde 1908 y El Obrero desde 1924-. Semanarios que ayudaron a difundir el ideario socialista entre muchas familias obreras ilicitanas, ideario que pasaba por la boda civil, el rechazo a las ceremonias religiosas y el consumo de cultura proletaria a través del teatro, la masas corales, la literatura y la prensa1.
En las elecciones del 12 de abril de 1931, con una población de casi 37.000 habitantes según el censo de 1930, la candidatura republicana socialista obtuvo una victoria aplastante con 24 concejales -12 y 12 por ambas partes- y seis concejales monárquicos. Todos los alcaldes hasta el final de la Guerra Civil serían socialistas: Pascual Román entre abril y junio de 1931, Manuel Rodríguez Martínez entre 1931 y 1936, Juan Hernández Rizo entre finales de 1936 y su muerte en accidente de automóvil a finales de 1937 y Francisco García Alberola hasta el final de la Guerra Civil. Sin embargo, la figura de mayor reconocimiento popular en Elche de la II República y el que por lógica debió ser el primer alcalde republicano fue el dirigente del Partido Republicano Radical Socialista y masón, el médico Julio María López Orozco, diputado en las Cortes Constituyentes y con muy poca actividad política en el segundo bienio republicano2.
La ciudad no había tenido ni uno solo diputado a lo largo de toda la Restauración ni de la Dictadura de Primo de Rivera y, en relación con los dos períodos citados, los años 1931-1933 contemplaron las más importantes novedades: la declaración del Misterio de Elche en septiembre de 1931 como monumento nacional, gracias a la mediación del músico alicantino Oscar Esplá; la inauguración del Instituto de Segunda Enseñanza en febrero de 1932, clausurado en 1939; la puesta en marcha de la Casa de Socorro en mayo de 1932 –el primer establecimiento sanitario público- y la primera ley de protección del Palmeral firmada por el ministro Marcelino Domingo en marzo de 1933. Todo ello acompañado de la implantación de numerosas escuelas tanto en el núcleo urbano como en las partidas rurales. Jamás Elche había contemplado mejoras tan sustanciales en tan poco tiempo.
En cambio, del bienio radical cedista sólo cabe hablar de huelgas -19 conflictos laborales entre enero de 1934 y junio de 1936 frente a los seis del primer bienio según los datos de Salvador Forner-. Huelgas además claramente políticas motivadas por la contratación de obreras procedentes de Derecha Ilicitana por fabricantes tan derechizados como Ferrández y Compañía. En marzo de 1934 el alcalde socialista Manuel Rodríguez fue destituido por el gobernador civil y se consolidaba a partir de ese momento un ambiente de huelgas, manifestaciones e insultos en la prensa de en los meses siguientes. En mayo fueron detenidos 32 obreros tras una huelga general de dos semanas por el despido de obreros en varias empresas. Por primera vez se empezó a hablar en la prensa socialista de pistoleros a sueldo de patronos. En octubre de 1934 el que sería primer alcalde franquista, Santiago Canales Mira Perceval fue nombrado alcalde presidente de una Gestora Municipal formada por militantes del Partido Radical. No resultó muy convincente porque en enero de 1935 fue reemplazado por el médico Joaquín Santo García, también militante del Partido Radical.
La revolución de octubre se saldó en Elche con 70 trabajadores encarcelados y una muerte por disparos de la Guardia de Asalto –Antonio Ferrández Jaén, vecino del Raval-, consejos de guerra, multas y encarcelamiento de Manuel Rodríguez, además de ex alcalde, director del semanario socialista El Obrero. El año 1935 fue un año de paro o de trabajos de media semana y de tensiones laborales por la negativa de los grandes fabricantes para no pagar vacaciones, consejos de guerra, agresiones y, sobre todo, mítines socialistas o el primer mitin comunista relevante en el mes de noviembre.
El triunfo electoral en febrero de 1936 del Frente Popular permitió la restitución del Ayuntamiento elegido en 1931. Mientras se celebraba el acto institucional en el Salón de Sesiones, el teniente de la Guardia de Asalto José Sánchez Meseguer se enfrentó a tiro limpio con manifestantes con el resultado de dos personas muertas. Aquel teniente huyó hacia Alicante como un forajido, robando un coche a punta de pistola y a partir de ahí se produjo la quema de iglesias y de centros cívicos de la derecha con un total de 14 asaltos. Varias horas de asaltos hasta la llegada de una compañía del ejército, que declaró el estado de guerra. Resulta obvio que las autoridades locales, con medio centenar de guardias municipales a sus órdenes, dejaron hacer a lo largo de cinco largas horas de asaltos y quemas. Se puede entender como una respuesta de pura venganza a las agresiones recibidas durante el bienio negro. Desde ese jueves 20 de febrero la derecha ilicitana simplemente desapareció. En los meses siguientes lo más destacable fue cómo la victoria del Frente Popular se convirtió en una posición de fuerza para la UGT en la readmisión de trabajadores que habían sido despedidos en algunas de las más importantes empresas de la ciudad o en las negociaciones laborales. Una aparente normalidad con iglesias clausuradas, Semana Santa prohibida y elementos de extrema derecha que llegaron a viajar a Francia para buscar pistolas.
A partir del golpe de estado del 17 de julio3 la ciudad reaccionó con un Comité de Milicias, el esfuerzo para reunir un batallón de voluntarios –el Batallón Elche- y el alcalde Manuel Rodríguez dedicado a la actividad policial con un centenar de órdenes de detención (113 hombres y 13 mujeres detenidas en la ciudad el 1 de agosto de 1936).
La represión de guerra podemos analizarla a partir del informe que para la Causa General firmó el alcalde franquista Santiago Canales Mira-Perceval el 14 de noviembre de 1940. Según dicho informe, fueron 128 personas las víctimas de la represión en Elche. Si descontamos las tres personas que no eran vecinos de Elche, nos encontramos las siguientes cifras:
- 125 víctimas de la represión de guerra
- 60 paseos
- 2 víctimas de la saca de la Cárcel Provincial de Alicante el 29-XI-1936
- 17 fusilados por sentencia del Tribunal Popular de Alicante
- 46 muertos por represalias en los frentes de guerra, cárceles y un suicidio.
La relación de fuerzas políticas en la ciudad cabe contemplarla con el acuerdo político que dio paso a la Gestora Municipal y al Consejo Municipal que funcionaron a lo largo de la contienda (ocho consejeros del PSOE, cuatro del PCE, cuatro de la CNT, dos de Izquierda Republicana y uno de Izquierda Republicana).
Los primeros “paseos” tuvieron lugar en Elche el martes 18 de agosto de 1936 y el último se produjo el 24 de noviembre de 1936. Dos mujeres, ambas asesinadas en Madrid, y 58 hombres. En buena parte de los casos, víctimas inofensivas desde el peligro que podían suponer, por razones de edad. Y un grupo muy pequeño de criminales de guerra, señores de la guerra pero en la retaguardia. El papel del Partido Comunista en el protagonismo de la represión nos parece indudable, al igual que la responsabilidad política del secretario general y del secretario de organización de ese partido en Elche. El PSOE participó a la hora de hacer posible que muchos presos políticos internados en el Palacio de Altamira acabaran siendo asesinados, al permitir su excarcelación.
El Tribunal Popular de Alicante, entre septiembre y octubre de 1936, juzgó en un solo proceso a 31 ilicitanos. En una primera sentencia fueron tres los condenados a muerte –los pocos que habían participado como organizadores de reuniones clandestinas que quedaron en nada- y, una vez revisada la causa con nuevas pruebas, entre ellas una fotografía en que unos cuantos procesados aparecían con el brazo levantado, y testigos de cargo –de nuevo con la participación fundamental del PCE-, las tres condenas de muerte se convirtieron en 17 (11 militantes de Derecha Ilicitana y cuatro falangistas), que serían los fusilados el 4 de octubre de 1936. No sirvió, por ejemplo, que los trabajadores de un fabricante de calzado se dirigieran al Tribunal Popular a favor de su patrono.
Con respecto a los represaliados en los frentes de guerra, es la parte más compleja a la hora de distinguir entre víctimas reales en acciones de guerra o intentos de fuga a líneas enemigas. Sí hubo un asesinato masivo de los presos políticos que habían sido enrolados en el Batallón Elche el 28 de febrero de 1937. Tres de ellos consiguieron pasar a líneas enemigas y entre el 9 y 10 de julio de 1937 en la posición Carabanchel fueron asesinados 15 ex presos políticos. El resto de casos aislados –hasta 27 más- es muy difícil de dilucidar, al igual que el número de presos políticos encarcelados a lo largo de la contienda.
En la posguerra, fueron fusilados en la provincia de Alicante, 32 vecinos de Elche, siete en las tapias del cementerio municipal y 25 en Alicante. De todos ellos, sólo a cinco, todos ellos militantes del PCE, se les responsabilizó en la Causa General de haber participado en los asesinatos de la retaguardia. En mayo de 1939 hemos encontrado 474 personas encarceladas en el palacio de Altamira y otras 37 en el retén de Calendura.
La Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo afectó al menos a 27 hombres, con condenas entre los 25 años como la del citado Julio María López Orozco, doce años e inhabilitaciones. La Ley de Responsabilidades Políticas que además de una aberración jurídica por su carácter retroactivo fue un disparate administrativo afectó a varios centenares de ilicitanos aunque pagaran muy pocos, simplemente por insuficiencia económica, multas entre 40.000 pesetas como la de López Orozco, 6.000 o 300 pesetas.
El listado de represaliados que reproducimos, siempre provisional, nos permite contemplar un montante global de cerca de mil novecientas personas –la cifra incluye algunos de los dos centenares de exiliados-, que pasaron por la represión franquista que, como se ha escrito, no fue sino una pieza fundamental para entender la continuidad de la dictadura durante 40 años. El trabajo citado nos permite contemplar otros 13 hombres condenados a muerte a los que se les conmutó la pena capital, una treintena de condenados a 30 años de cárcel, más de 200 condenados a 12 años y un día –lo que se convirtió en sentencia estándar-, más de100 condenados a seis años y un día.
La represión, aunque tuviera en los primeros años de la posguerra su momento álgido, estuvo siempre presente, hasta el final de la dictadura. Desde encarcelar al acomodador de un cine por un pataleo del público ante la presencia de Franco en el NODO, hasta 67 detenidos en marzo de 1942 por leer y repartir una carta de Indalecio Prieto al presidente norteamericano Roosevelt. La muerte a tiros de un policía en febrero de 1945, con cuatro responsables, llevó de nuevo a la cárcel a cerca de 40 personas. Hemos encontrado hasta presos políticos de 75 años. Y, aunque documentalmente sea muy complicado de reconstruir, palizas de muerte reconvertidas en suicidios. Un clima de absoluta impunidad en el que la brutalidad fue el rasgo dominante.
(1). Sobre la historia de Elche en el siglo XX, puede verse el libro de varios autores, Elche. Una mirada histórica. Ajuntament d’Elx. Elche, 2006, en el que, demás, se puede consultar una amplia bibliografía al respecto.
(2). Sobre este período, puede verse el libro de MARTÍNEZ LEAL, Juan, Los socialistas en acción. La Segunda República en Elche. Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2005.
(3). Sobre la guerra civil en Elche, véase el libro de ORS MONTENEGRO, Elche, una ciudad en guerra (1936-1939). All i truc. Elche, 2008.