Francisco Moreno Sáez
Localidad perteneciente a la comarca de La Marina Baixa, que tenía 4.098 habitantes en 1930 y 4.101 en 1940. Localidad básicamente agrícola, con una abundante emigración. En los primeros años del siglo XX existió un Círculo Obrero Católico. En 1929 se constituyó el Ateneo de la Juventud, germen de inquietudes culturales y políticas, así como de los partidos y sindicatos de izquierda que se desarrollaron ya en los años treinta. La Agrupación Socialista -que ingresó en la Federación Provincial Socialista en 1932- tenía en torno a la treintena de afiliados y atravesó períodos de inactividad. La UGT la conformaban una Sociedad de Obreros de la Tierra y un Sindicato de Oficios Varios. El sindicato predominante era la CNT. Durante la guerra, el PCE adquirió una gran fuerza: en 1937 residía allí el Comité comarcal del partido y su secretario, Sanchís Ronda, era el alcalde; aunque existía la Federación Provincial Campesina, que había creado una Cooperativa Agrícola, también tenían mucha influencia los comunistas en la UGT. En 1938 tenían 120 militantes, de ellos 26 mujeres, que impulsaban la Agrupación de Mujeres Antifascistas. Otras organizaciones eran UR e IR -acusadas por los comunistas de albergar a antiguos “elementos reaccionarios”- y las Juventudes Libertarias.
Según la Causa General, cuatro vecinos de la localidad fueron víctimas de la represión republicana. A partir de fuentes orales, Miguel Ors ha establecido que se trató, en realidad, de delitos comunes y uno de los asesinos fue, incluso, juzgado por un Tribunal Popular en Alicante y otro era hermano de la víctima, a la que mató por cuestiones de herencia. En agosto de 1936, y de acuerdo con el informe enviado a la Causa General, “las turbas salvajes patrocinadas por el Comité y el Frente Popular” de la localidad destrozaron los Archivos del Ayuntamiento, el Registro de la Propiedad, el Registro Notarial, el del Juzgado de Instrucción y el del Juzgado Municipal, y el Archivo de la Iglesia Parroquial; además fueron quemadas todas las imágenes existentes en la Iglesia y en varias ermitas, y fueron incautadas varias fincas urbanas y rústicas, propiedad de personas de derechas, que fueron perseguidas y encarceladas.
Dada la estructura económica de la localidad, predominaron entre los represaliados por el franquismo los jornaleros y labradores, aunque otros tenían profesiones muy diversas -albañil, cartero, pastor, hilador, alpargatero, carpintero, etc-. Los enseñantes fueron objeto de especial represión: dos maestros fueron fusilados, otros docentes fueron separados definitivamente del Cuerpo y otros fueron sancionados de diverso modo. Fueron acusados -muchos, en función de dirigentes del Frente Popular- de los hechos denunciados en la Causa General, de haber sido milicianos y haber participado en requisas, detenciones, incautaciones y exigencia de dinero a personas de derechas, haber marchado voluntariamente al frente o haber sido comisario, e incluso del asalto al cuartel de la Guardia Civil cuando éste estaba ya vacío. Seis vecinos fueron condenados a la pena de muerte por adhesión a la rebelión y ejecutados; otros cuatro lo fueron a treinta años de reclusión mayor; y el resto a penas muy diversas, desde los veinticinco años hasta los seis meses y un día.
La mayoría estuvo presa y cumplió sus penas en las cárceles de la provincia – Dénia, Orihuela, Alicante, Elche, Alcoi, La Vila Joiosa- y en penales como los de Formentera, San Miguel de los Reyes (Valencia) o El Dueso. Otros callosinos fueron enviados a trabajar en Belchite, Dos Hermanas o Fraga. Se aplicó la Ley de Responsabilidades Políticas a treinta y cuatro vecinos. Jaime Seguí Saval murió en una dependencia del campo de exterminio nazi de Mauthausen. Otro vecino, Bautista Oliver, se suicidó en la cárcel de Alcoi. Marcharon al exilio -sobre todo a Argelia y, después, a Francia- varios vecinos. Al menos dos habitantes de Callosa estuvieron “huidos” y ocultos en la Sierra de Aitana durante algunos meses.
Por hechos posteriores a abril de 1939, cuatro personas fueron detenidas por la guardia civil en 1943, por ser consideradas como “peligrosas”, otras dos fueron encarceladas en 1947 acusadas de un intento de reorganizar la CNT-FAI y, finalmente, otras dos, pertenecientes al PCE, fueron condenadas por el Tribunal de Orden Público, ya en 1964.