José Ramón García Gandía
Francisco Moreno Sáez 

Aspe es un pueblo de la comarca del Medio Vinalopó, situado a medio camino entre Elche y Elda y muy cerca de la capital alicantina. La población comenzó el siglo XX con un fuerte descenso demográfico: de los 7.927 habitantes censados hacía 1900, se pasó a 7.650 en 1920 y a 7.351 en 1930, debido a la crisis de la industria vinícola propiciada por la plaga de la filoxera. No obstante, paralelamente se fue iniciando un desarrollo industrial bajo la influencia, sobre todo, del sector alpargatero ilicitano. En 1940 tenía 7.812 habitantes. 

La cercanía al encave industrial de Elche tuvo su reflejo en la creación de varias Fábricas de alpargatas y también de un movimiento sindicalista que trató, siguiendo las pautas de sus compañeros ilicitanos, de ir consiguiendo derechos y mejorar las condiciones de trabajo, lo que se tradujo, en no pocas ocasiones en conflictos laborales entre el Sindicato de Fabricantes de Alpargatas (Patronal) y el Gremio de Costureros que, con el paso del tiempo, se denominó como Sociedad de Resistencia de Constructores de Alpargatas y Oficios Similares, ya en la órbita de la UGT, hacía mediados de la década de 1910^1.

Varios conflictos sindicales dejaron huella en la población debido a los enfrentamientos entre patronal y sindicatos de clase. Especial incidencia tuvieron las huelgas de 1913 y 1917 que acabaron con varios sindicalistas detenidos y presos en el castillo de Santa Bárbara de Alicante. También otros conflictos locales que se sucedieron entre 1919 y 1939, pero, sin lugar a dudas, un acontecimiento marcó el devenir político social de la población en las siguientes décadas: la huelga del 18 de diciembre de 1930.

Durante el transcurso de la segunda jornada de esta huelga, el gobierno local solicitó fuerzas policiales al gobernador civil para reforzar al destacamento de la Guardia Civil de la localidad. La llegada de un autobús con varias parejas de guardias civiles al mando de un teniente se saldó con dos muertos, entre ellos una niña de tres años y varios heridos, también entre ellos varias niñas. Posteriormente, se envió un destacamento de la Legión. Se detuvo a unas veinte personas y se requisaron todo tipo de armas en un registro puerta a puerta. Muchos de los detenidos esa noche salieron en libertad unos pocos meses más tarde con motivo de la proclamación de la segunda República española y, más tarde, algunos de ellos formarían parte de los gobiernos municipales durante la República y la Guerra Civil.

En las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 en el pueblo de Aspe ganó la candidatura del Partido Republicano Radical. De los 16 concejales elegidos, cuatro formaban parte de esta formación; junto a ellos, dos miembros de Acción Republicana y uno del Partido Unión Republicana Autonomista; cinco representantes socialistas, todos ellos elegidos entre los miembros de la UGT en la Casa del Pueblo, ya que en estas fechas, todavía no se había configurado la Agrupación Socialista de Aspe; un seguidor del Partido Republicano Independiente de Alicante, dos de la Derecha Regional Agraria y, finalmente, uno de la Comunión Tradicionalista. De esta forma, el 16 de abril de 1931, en sesión ordinaria, se constituyó el nuevo Ayuntamiento bajo la presidencia de Juan Martínez Pérez, del PRR.

No hubo cambio político tras la elecciones de 1933 que dieron el triunfo a las derechas en el gobierno de la Nación y los radicales controlaron el Ayuntamiento hasta la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. Tras un primer gobierno municipal liderado por los republicanos de izquierda, que duró hasta el fallido golpe de Estado del 18 de julio, el partido socialista fue la fuerza política predominante en la localidad durante toda la guerra civil, apoyados en el Ayuntamiento pormiembros de Izquierda Republicana, de la CNT y la progresiva ascensión del PCE, en consonancia con lo ocurrido en el resto de la zona republicana.

Aspe pasó toda la Guerra Civil en la retaguardia republicana, siendo uno de los últimos pueblos en ser ocupados por las tropas italianas aliadas del general Franco. Al igual que ocurrió en el resto de los pueblos de la comarca y de la mayor parte de las poblaciones de la zona republicana, en Aspe tras el golpe de Estado comenzó la represión contra las personas y bienes de los considerados desafectos a la República. Sin embargo, a diferencia de otros de la comarca, la represión durante la guerra civil, bajo las autoridades del Frente Popular fue de menor intensidad, tanto en el número de detenidos como en el de asesinados. Los asesinados fueron tres; pero también son significativas las fechas en las que se produjeron estos actos: uno en febrero de 1937 y los otros dos en julio del mismo año; es decir, cuando el gobierno republicano había controlado en buena medida el orden público y eran muy raros los casos de asesinatos de este tipo.

Ramón Calpena Cañizares, su hijo Luis Calpena Pastor y su yerno, Javier González Avellán, habían sido detenidos en agosto de 1936, internados en el Reformatorio de Adultos de Alicante y juzgados por el Tribunal Popular de Alicante en febrero de 1937. Fueron condenados a trabajos forzados en el campo de trabajo de Totana, pero, meses más tarde, tras una solicitud de indulto, que fue aceptada por el Gobierno de la República, regresaron a Aspe, en la noche del 6 de julio de 1937. Al día siguiente, por la mañana, fueron asaltados sus domicilios y asesinados a golpes en la plaza de la República. Salvó su vida Javier González Avellán, aunque con heridas graves.

Varias personas fueron detenidas por este suceso y juzgadas en Valencia por el Tribunal especial de Espionaje y Alta Traición. Allí, el Tribunal se inhibió y el sumario con las actuaciones se trasladó al Tribunal Popular de Alicante donde se volvió a juzgar, esta vez por los delitos de asesinato, allanamiento de morada y heridas graves. Los crímenes se consideraron como delito de multitud y todos los acusados quedaron absueltos^2. Al finalizar la Guerra Civil se instruyó una nueva causa judicial por la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación, un sumarísimo de urgencia que, por los mismos hechos, condenó a la pena de muerte a 21 personas (aunque finalmente fueron 19 los fusilados) y sentenció con distintas penas de reclusión a más de cuarenta encausados³.

En ambas zonas se aplicó la represión económica contra quienes fueron considerados rebeldes y desafectos. El gobierno republicano puso en marcha el Tribunal de Responsabilidades Civiles y la Caja General de Reparaciones de Guerra; Franco creó el Tribunal de Responsabilidades Políticas y la Comisión Liquidadora de la Caja de Reparaciones. Existen notables diferencias, es cierto, entre estos organismos republicanos y franquistas, sobre todo en finalidad y procedimiento, pero, en todo caso, no dejan de ser aparatos destinados a la represión; sin olvidar que, también, durante la posguerra hubo apropiaciones de bienes que, sin dejar huella documental, se produjeron de forma arbitraria sobre los vencidos.

Los vecinos de Aspe represaliados en la posguerra fueron, al menos, 367, aunque no podamos descartar incorporar nuevos datos en el futuro. Se les acusó de haber participado en el linchamiento de los Calpena y haber intervenido en la destrucción de la iglesia, pero también de haber desempeñado cargos dirigentes en el Ayuntamiento y en los partidos y sindicatos que apoyaban al Frente Popular, de haber tomado parte en registros, detenciones, requisas y exigencia de dinero a personas de derechas, haber sido milicianos, haber marchado voluntariamente al frente, obteniendo en algunos casos graduación militar, haber exaltado la causa roja y haber denigrado la Causa Nacional, haber sido testigos de cargo y haber participado en manifestaciones tumultuosas.

La mayoría de estas personas fueron encausadas en sumarísimos de urgencia y condenados a penas que iban desde la muerte hasta los tres meses de prisión menor. Estuvieron encarcelados, antes o después de su juicio, en las prisiones de Monóvar, Novelda, Elche, el Reformatorio de Alicante, Portaceli y San Miguel de los Reyes, en Valencia, Santa Rita (Carabanchel), Huesca, Oviedo, Malaga, Saturrarán, etc. Varios vecinos fueron enviados a Colonias Penitenciarias Militarizadas o a Batallones de Soldados Trabajadores en Valencia, Rentería, Navalmoral de la Mata, Las Arenas, Ceuta, Talavera, etc.  

A todos ellos, y a algunos más, se les aplicó la Ley de Responsabilidades Políticas: la represión económica a la que tuvieron que hacer frente con sus bienes, si los tenían, para saldar con multas su actuación durante la Guerra Civil y con anterioridad, desde octubre de 1934. Hemos incluido también a los funcionarios públicos que perdieron su empleo y, en particular, los maestros nacionales que fueron depurados por causas políticas. Se ha comprobado también la existencia de numerosas personas que, sin ser encausadas, pasaron periodos indeterminados en cárceles, campos de concentración y batallones disciplinarios. Hay que señalar también el fallecimiento de dos vecinos y una vecina de Aspe en la cárcel, por diversas enfermedades.  

La represión contra las mujeres fue bastante elevada, aunque en gran parte no quedó reflejada en los documentos oficiales. Dos de ellas fueron condenadas a muerte, acusadas de haber intervenido directamente en la muerte de los Calpena. Otras fueron maestras represaliadas por su actividad docente. La mayoría fueron acusadas de participar en una manifestación en que se pidió la muerte para unos detenidos, acusados de haber montado una emisora clandestina, o de haberse incautado de un domicilio particular y un taller para instalar la sede de las Juventudes Libertarias.  

Respecto a los que huyeron de la población tras terminar la Guerra Civil, número difícil de cuantificar, en el conocido como "Convoy de los 927", posiblemente viajaron tres vecinos de Aspe que formaron parte del ejército republicano al final de la guerra y más tarde, exiliados en Francia, fueron apresados por el ejército alemán e internados en diferentes campos austriacos cercanos a Mauthausen, gestionados por los nazis. Dos de ellos sobrevivieron a las calamidades de uno de los campos de concentración más sanguinarios del nazismo, siendo liberados por las fuerzas aliadas en mayo de 1945. Nunca regresarían a Aspe⁴. 

Cuatro vecinos se marcharon en el carguero británico Stanbrook, el 28 de marzo de 1939, con destino a Orán y once se marcharon del pueblo: tres a Madrid, dos a Marruecos, para desde allí viajar a Sidi Bel Abbés (Orán, Argelia), dos a Barcelona, desde donde lograron pasar a Francia y cuatro desaparecieron sin dejar rastro. Algunos de ellos volvieron a la población en los momentos finales de la dictadura del general Franco.

En la localidad fueron muchos los actos cotidianos destinados a producir una cultura del miedo mediante prácticas de coacción social, que apenas han dejado huella, y que tenían como objetivo el sometimiento del vencido y la eliminación de la disidencia política. Además del aparato judicial, puesto al servicio de la represión, hubo otra represión ideológica y moral, de muy difícil cuantificación y que también formó parte del mecanismo adoptado por el régimen franquista. En 1945 fueron detenidos, encarcelados y, en algunos casos, procesados varios vecinos de Aspe, acusados unos de un delito contra la seguridad del Estado, por organización subversiva, y otros, de formar parte de un supuesto complot comunista que la policía diseñó para detener a centenares de personas en toda la provincia, tras la muerte en una partida de Elche del inspector de policía Maján. 

1.- GARCÍA GANDÍA, José Ramón, El sueño truncado. Movimiento obrero y socialismo en Aspe (1900-1939). Instituto de Cultura Juan Gil-Albert. Alicante, 2014. 

2.- MORENO SÁEZ, Francisco, “La Justicia popular contra el pueblo; los trágicos sucesos ocurridos en Aspe en julio de 1937”, en Revista del Vinalopó, nº 12. Petrer. Centre d’Estudis Locals, 2010, págs.55-72.  

3.- GARCÍA GANDÍA, José Ramón, La represión en Aspe (1936-1945). La causa Calpena. Universitat d’Alacant. 2018.

4.- GARCÍA GANDÍA, José Ramón, y URIOS DÍEZ, Francisco, “Aspenses en campos de concentraciòn nazis”, en La Serranica, nº 49. Ayuntamiento de Aspe, 2010, págs. 162-169